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PEDRO BIDAGOR EN ARANDA. AÑO: 1968
En 1968 el urbanista Pedro Bidagor, reconocido por su innovador papel en el planeamiento urbano moderno en España, viajó a Aranda de Duero con el propósito de estudiar sobre el terreno las áreas seleccionadas para llevar a cabo la descongestión industrial de Madrid. Aquel viaje, en plena época del desarrollismo, tuvo una importancia trascendente para nuestra villa, pues sirvió para trazar las líneas maestras de la creación de los polígonos industrial y residencial Allende Duero, en el marco de los denominados Planes de Desarrollo Económico y Social que arrancaron en 1959. Bidagor, cuya reputación como urbanista trascendió fronteras, examinó minuciosamente las zonas seleccionadas para la
futura industrialización arandina. Sus ojos inquietos y su mente ávida de desafíos vislumbraron lo que había de ser la metamorfosis inminente de la localidad que tan bien le recibió. En efecto, pocos años después de aquella visita, Aranda de Duero registraría un cambio radical: donde antes había huertas y campos de labranza se levantaron naves industriales y bloques de viviendas, trazándose un entramado de calles y plazas que darían lugar a una nueva Aranda y albergarían los anhelos de toda una comarca. No podemos dejar de recordar que este proceso transformador no habría sido posible sin un acto de generosidad que conmovió a propios y extraños. Nos referimos al que protagonizó un numeroso grupo de arandinos -más de trescientos-, cuyo altruismo los llevó a ceder al Ayuntamiento, por precios irrisorios, sus preciadas fincas agrestes. Lo hicieron sin reservas, conscientes de que aquella entrega sería la piedra angular sobre la que se construiría un porvenir mejor. La huella del esfuerzo de aquellos arandinos quedó impresa en una de nuestras plazas, llamada del 7 de agosto, en homenaje a la fecha en que se produjo el multitudinario acto de entrega de tierras en el Cine Aranda. Aquella plaza cambió de nombre: hoy se llama plaza de la Constitución. En apenas una década, Aranda de Duero experimentó un cambio sin precedentes. La población creció a pasos agigantados, pasando de contar con 12.900 habitantes cuando llegó Bidagor a albergar 18.055 almas a finales de los años setenta. Pero los cambios no solo fueron numéricos; se trataba de una metamorfosis completa, en la que una economía predominantemente agraria abría sus puertas a un floreciente sector industrial, lo cual se dejó notar tanto en el perfil sociolaboral de los arandinos como en los usos y costumbres. En la fotografía que publicamos en portada figura, en primer plano, el urbanista Pedro Bidagor, mirando de frente a la cámara, y a su derecha, el alcalde Luis Mateos Martín. También se encuentran entre los retratados el abogado Juan Sanz Juez y el procurador de los tribunales Manuel Martín Manrique.
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