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LA ANTIGUA PLAZA DE TOROS
En una ocasión, cierta persona, ponderando las plazas de toros de España, dijo:
Para plaza de toros,
la de Valencia;
de rica arquitectura,
y gran corpulencia.
A lo que un arandino contestó:
Sin ser tacaños,
aquí la hacemos nueva
todos los años.
Y es que, desde mediados del siglo XIX, los arandinos se permitían el lujo de levantar un coso taurino cada año. El trajín que se traían los obreros del Sr. Crisóforo, a la sazón encargado de proporcionar la madera para construir la plaza, era morrocotudo, pues ello exigía desplazar grandes cantidades de este material. Esta costumbre se extinguió en 1948, con la construcción de la plaza de toros permanente. Los arandinos pasaron entonces a sentirse orgullosos de su nueva plaza, la
cual iba mejorando su imagen temporada tras temporada. Por desgracia, ya en décadas recientes, una operación oscura arrebató al pueblo de Aranda su tradicional plaza, quedando ésta en las nostálgicas brumas del recuerdo. En la imagen que publicamos en portada puede verse a un grupo de empleados de la desaparecida fábrica Azucarera arandina en las gradas de la plaza de toros en 1952. Figuran, de izda. a dcha.: Roberto López, Pelegrín Sesma, Sr. Garrido, vecino desconocido, Luis Llorente, y Tomás Laborda.
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